¡Yo paso mucho tiempo en juntas! Así que sé que algo puede suceder en el proceso de una reunión, en el intercambio de hablar y escuchar. Cuando hay una apertura genuina entre sí, se abre una creatividad más profunda. La gente ve posibilidades que antes no veía.

Ese tipo de creatividad parece estar arraigada en el Espíritu Santo. (Es por eso que cantamos “Veni Creator Spiritus” – Ven, Espíritu Creador). No pensamos con suficiente frecuencia, o profundidad, sobre el papel creativo del Espíritu Santo en guiar los procesos. ¡Pero Deberíamos!

Creo que hemos necesitado y experimentado la creatividad del Espíritu Santo en el proceso de planificación pastoral de Todo lo Hago Nuevo (All Things New). Podríamos habernos centrado únicamente en los resultados; Y podríamos haber alcanzado resultados rápidamente, sin involucrarnos en un proceso deliberado y comunitario de escucha. Pero no lo hicimos. Tratamos de hacer espacio para la creatividad del Espíritu Santo participando en un proceso deliberado que estaba abierto al cambio.

El proceso no fue perfecto; ¡Ningún proceso humano lo es! Pero hablamos, escuchamos y lo revisamos repetidamente durante casi dos años, y creo que eso nos permitió estar atentos a la creatividad del Espíritu Santo de una manera más profunda.

¡Eso es importante porque creo que vamos a necesitar esa misma apertura al Espíritu Santo a medida que avanzamos! Vamos a necesitar permitir que el Espíritu Santo trabaje en hablar, escuchar y revisar los planes parroquiales en los próximos años.

Ese enfoque deliberado, en el papel del Espíritu Santo en el proceso de hablar y escuchar que está en el corazón de las relaciones humanas, es una gran parte de la “sinodalidad” en la que el Papa Francisco se centra en estos días. ¡Hemos estado viviendo ese tipo de sinodalidad durante los últimos dos años! Y vamos a seguir necesitándolo en los próximos años.

Esta semana celebramos la fiesta relativamente nueva de María, Madre de la Iglesia (29 de mayo), así como la fiesta de la Visitación (31 de mayo).

Es interesante pensar en el contraste entre Eva y María en términos bíblicos. Eva se convirtió en “la madre de todos los vivientes”, pero trajo a sus hijos al reino del pecado. María se convirtió en la nueva madre de todos los vivientes al pie de la Cruz y en Pentecostés; ella trajo a sus hijos al reino de la redención de Jesús.

También es interesante pensar en Eva y María en términos espirituales. San Pablo dice que conocemos las obras de la carne (envidia, disensión, facciones, arrebatos de furia, etc.) y el fruto del Espíritu (amor, gozo, paciencia, mansedumbre, etc.) desde nuestra propia experiencia (ver Gálatas 5). Creo que podríamos decir que también sabemos lo que significa ser hijos de Eva y lo que significa ser hijos de María en nuestra propia experiencia. Como hijos de Eva, somos propensos al egoísmo, al aferramiento, a la sospecha y al resentimiento. Como hijos de María, estamos invitados a confiar en lugar de sospechar, al perdón en lugar del resentimiento, a la gentileza en lugar de la dureza (incluso en desacuerdo) y a la firmeza y la entrega en lugar de la desesperación al pie de nuestras cruces.

A medida que avanzamos con nuestros planes de All Things New, creo que será bueno reflexionar sobre las formas en que nos comportamos como hijos de Eva, y las formas en que podemos “honrar a nuestra Madre” al comportarnos más como hijos de María.