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SIRVAN AL SEÑOR CON ALEGRÍA | El propósito de negarse a transigir en asuntos fundamentales de la fe

Negar la plena dignidad humana de las personas tiene consecuencias de largo alcance

Q

ueridos Hermanos y Hermanas en Cristo,

Esta semana celebramos a una figura poco conocida: El Papa San Martín I (el 13 de abril). Él resolvió un debate importante en la Iglesia y, si ponemos atención, nos enseña una lección oportuna.

Algunas personas, en su tiempo, afirmaron que Cristo tenía una sola voluntad: Su voluntad humana fue eliminada o absorbida por la voluntad divina de forma tal que dejó de existir como una realidad distinta.

En el año 649, el Papa Martín convocó un concilio para clarificar esto; si Cristo era completamente humano y divino (cosa que ya se había resuelto), entonces Él debe tener tanto voluntad humana como voluntad divina. Por supuesto, la voluntad humana siempre se sometería perfectamente a la voluntad divina. Sin embargo, en la agonía en el huerto vemos que esa sumisión no siempre fue fácil. Y si Cristo vino a redimirnos, entonces tenía que ser como nosotros en todo menos en el pecado, y eso incluye los momentos en los que esto no fue fácil. La enseñanza de este pequeño concilio en 649 fue confirmada por el Sexto Concilio Ecuménico en el año 681, conocido como Constantinopla III (ver el Catecismo de la Iglesia Católica 475).

¡Piensa por un momento en las consecuencias de ese debate! Cuando se trata de nuestra comprensión de la Biblia, es la diferencia entre el Espíritu Santo inspirando a Mateo, Marcos, Lucas y Juan a usar sus dones específicos en la escritura de los Evangelios, en contraposición al Espíritu Santo utilizándolos como un maestro de marionetas. Cuando se trata de nuestra comprensión de la vocación o el discernimiento, es la diferencia entre nuestra cooperación con Dios en respuesta a nuestro llamado, en contraposición al Dios eliminando nuestro libre albedrío y convirtiéndonos en robots. Cuando se trata de nuestra comprensión de la salvación, es la diferencia entre eliminar nuestra identidad individual, justo como la voluntad humana en Cristo, en contraposición a la preservación de nuestra identidad propia y llevada a la unión eterna con Dios.

El Papa Martín se mantuvo firme contra el error de “una sola voluntad”. Él fue exiliado por eso, y murió en el exilio, pero gracias a Dios se mantuvo firme. La verdad de las dos voluntades de Cristo tiene consecuencias de largo alcance.

Hay una manera en la cual podemos ver la misma lección, en nuestros días, en el concepto de la dignidad humana. Las personas de Missouri conocen — y para nuestra vergüenza — lo que sucedió cuando se negó la dignidad humana de Dred y Harriet Scott. Conocemos la importancia de defender la dignidad humana de los no nacidos, y lo que sucede cuando se niega esa dignidad. En la arquidiócesis estamos trabajando tan duro como cualquiera para mostrar la conexión entre la defensa de la dignidad humana y el esfuerzo contra el racismo. Comprender ese concepto y conexión de manera correcta o equivocadamente tiene consecuencias de gran alcance.

Las doctrinas — las ideas — tienen consecuencias prácticas. No son “añadiduras” incidentales que podamos dejar de lado sin ningún riesgo. Cuando se trata de aspectos fundamentales de la fe y la moral, hacer un ajuste de tres quintas partes de la verdad es estar completamente equivocado — equivocado de tal manera que socava a toda la sociedad, equivocado de forma tal que debería eventualmente corregirse. El Papa San Martín nos enseña esa lección. La historia nos enseña esa lección. Esta semana, reflexionemos sobre esa lección, y hagamos el compromiso de no transigir en los asuntos fundamentales de la fe.

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SIRVAN AL SEOR CON ALEGRA El propsito de negarse a transigir en asuntos fundamentales de la fe 6364

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