En el Catecismo, “hoy” no es simplemente una palabra, es un concepto. Esto se muestra frecuentemente en la sección sobre la oración, donde se refiere tanto al hecho de que Dios se encuentra con nosotros en los eventos concretos del momento presente (nuestro “hoy”), y que todo el tiempo está en las manos de Dios (el “hoy” de Dios).
Esta semana “Hoy” es un concepto apropiado para la reflexión porque es la “Octava de la Pascua de Resurrección”. Por ocho días la Iglesia celebra cada día como Domingo de Pascua. Para reforzar este punto, en la Octava el evangelio de cada día es un relato de las apariciones de Jesús Resucitado. Para que este punto sea ineludible, el verso de aleluya para cada día en la Octava es este verso del salmo 118: “Este es el día que hizo el Señor; alegrémonos y regocijémonos en Él”.
La Iglesia utiliza una gran energía para que nos centremos en “hoy”. Me gustaría explorar dos aspectos de ese enfoque.
En primer lugar, consideremos nuestra experiencia del tiempo. Se dice: “El tiempo vuela cuando te estás divirtiendo”. ¡El tiempo también pasa cuando no hay diversión! Los segundos, minutos y horas pasan sin ningún cambio, pero nuestra experiencia del tiempo cambia.
Dios nos está diciendo que estamos destinados a una existencia que se eleva por encima del tiempo. Nuestra experiencia nos da una pequeña muestra de eso, y la resurrección de Jesús explica en última instancia lo que nuestra experiencia significa. Entonces, en la resurrección, el cuerpo de Jesús se transformó. Dios pretende que el tiempo también se trasforme — que se transforme en el “hoy” de la resurrección.
En segundo lugar, esta semana escucharemos acerca de las apariciones de Jesús Resucitado expuestas por cada uno de los escritores del evangelio, Mateo, Juan, Lucas y Marcos, en este orden. Adicionalmente, cada día oiremos a san Pedro dar testimonio de Jesús Resucitado en los Hechos de los Apóstoles.
Una de las cosas hermosas acerca de estos relatos es que cada uno da testimonio en su propia manera — con una palabra, una frase o un tema que es su propio toque personal.
Esto podría haber hecho posible contar el mismo relato de la resurrección cada día o dibujar un relato de solamente uno de los testimonios, de la misma manera que hubiese sido posible armonizar todos los evangelios y eliminar sus diferencias. Sin embargo, la Iglesia vio el valor de preservar las perspectivas de cada evangelio. Cada evangelio tiene sus raíces en una experiencia única de Jesús Resucitado, y cada uno tiene su propia y especial manera de dar testimonio de Jesús.
Lo mismo es cierto para cada uno de nosotros. Dios llamó a los evangelistas a proclamar la resurrección de Jesús de su propia forma, utilizando sus antecedentes y dones particulares. Dios también nos llama a cada uno de nosotros a dar testimonio del poder de Jesús Resucitado, utilizando nuestros antecedentes y dones particulares.
Cada uno de nosotros tiene su propio “hoy”. Experimentamos a Jesús Resucitado en los eventos concretos de nuestra vida cotidiana; y somos llamados a proclamar a Jesús Resucitado en nuestra propia y única manera. Este es el día que el Señor ha hecho. Feliz Pascua de Resurrección.