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FRENTE A LA CRUZ | ¿Cómo transformamos nuestra fe en acciones?

Después de nuestro actuar sobre la pandemia, otros asuntos esperan que nos movilicemos para que nuestras acciones coincidan con nuestras creencias

Esta semana celebramos el nacimiento de Juan el Bautista. Es uno de los tres cumpleaños en el calendario de la Iglesia: Jesús (25 de diciembre), María (8 de septiembre), y Juan el Bautista (24 de Junio) ¿Por qué?

Creemos que estas tres personas nacieron sin pecado original: Jesús, por ser el Hijo de Dios hecho hombre; María, porque fue inmaculadamente concebida; Juan el Bautista, porque fue santificado en el vientre de su madre por el Espíritu Santo.

Esta creencia acerca de Juan — es atestiguada por san Atanasio en los años 300 — está enraizada en lo que el ángel le dice a Zacarías: “Él estará lleno con el Espíritu Santo, aún desde el vientre de su madre”. Vemos el fruto de esto cuando Juan realiza su primer acto profético - salta en el vientre de su madre en la presencia de Jesús. El bautismo nos limpia del pecado original después de haber nacido, así el Espíritu purificó a Juan para su misión profética mientras todavía estaba en el vientre de su madre. Apropiadamente, muchas de las lecturas para la fiesta — desde Isaías, Jeremías, salmo 71, salmo 139 y Lucas 1 — narran que fue llamado por Dios en el vientre.

Uno de los retos claves del ministerio de Juan era: “Produce buenos frutos como evidencia de tu arrepentimiento”. No digas simplemente estoy arrepentido; asegúrate que tus obras corresponden con tus palabras. Resulta interesante, que ese sea un tema principal de las lecturas del Evangelio esta semana.

Jesús está terminando el sermón de la montaña. El cierra con dos advertencias que seremos juzgados por nuestras obras, no por nuestras palabras: “No todos los que me dicen ‘Señor, Señor’ entrarán en el reino de los cielos, sino solo los que hacen la voluntad de mi Padre”, y “Cualquiera que escucha mis palabras, pero no actúa acerca de ellas será como un tonto que construye su casa sobre la arena”.

Entonces, ¿cuál es la próxima cosa que hace Jesús? ¡Da seguimiento al sermón de la montaña con dos capítulos llenos de obras! Le está diciendo a la gente quién es Él. Ahora sus obras confirman sus palabras.

Esa exactamente es la guía que nos da san Gregorio de Nisa: “Si no mentimos al llamarnos nosotros mismos cristianos, debemos dar testimonio de ello por nuestra manera de vivir”.

Estos últimos meses hemos dado un ejemplo sobre el que vale la pena reflexionar. Individualmente, el coronavirus no representaba una amenaza importante para la mayoría de las personas. Sin embargo, como sociedad, creímos en el valor de proteger las vidas de los más vulnerables. No solo expresamos esa creencia en palabras. Coordinamos una serie de acciones de protección a escala masiva: distanciamiento social, límites en las reuniones, uso de mascarillas y así sucesivamente. Nuestras acciones demostraron lo que creemos.

Este ejemplo puede al mismo tiempo animarnos y retarnos con respecto a nuestra fe. Nosotros decimos que creemos en Dios. ¿Reflejan nuestras acciones lo que creemos? por ejemplo, ¿apartamos tiempo para Dios aun cuando es inconveniente? Decimos que creemos en el valor de la vida de los no nacidos. ¿Reflejan nuestras acciones nuestras creencias? — por ejemplo, ¿apartamos recursos para asegurar que las madres embarazadas puedan cuidarse a sí mismas y a sus bebés?

Estos últimos tres meses hemos movilizado a la sociedad en una escala masiva. Creímos que debíamos proteger a los vulnerables, aún si eso representaba un costo para nosotros. ¡Era una causa que valía la pena! Eso me hace preguntarme: ¿Qué otras causas que valen la pena esperan nuestra movilización?

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