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SIRVAN AL SEÑOR CON ALEGRÍA | La concepción cristiana del trabajo y la paternidad, tienen sus raíces en el patrón del don de sí mismo

Modelemos nuestras vidas de acuerdo con el ejemplo de Jesús, quien dijo: ‘Este es mi cuerpo, que he entregado por ustedes’

Queridas hermanas y hermanos en Cristo:

Esta semana, y las próximas tres semanas, leeremos acerca del profeta Jeremías.

Uno de los modelos del mensaje profético de Jeremías fue un contraste entre los elementos básicos de la infidelidad en Israel — tanto en culto como en moralidad — y un llamado a regresar a la fidelidad en cada aspecto de la vida de la nación.

Una manera de describir el contraste central entre la fidelidad y la infidelidad en nuestro tiempo es con estas dos frases: 1) Este es mi cuerpo, que he entregado por ustedes. 2) Este es tu cuerpo, que he tomado para mí.

“Este es mi cuerpo, que he entregado por ustedes” es la dinámica central de la vida cristiana. Tiene sus raíces en el ejemplo de Jesús, tanto en la institución de la Eucaristía como en el sacrificio de la cruz. Cada buen matrimonio sigue este modelo. Cada sacerdocio fructífero se construye sobre este modelo. Una concepción cristiana del trabajo y la paternidad tiene sus raíces en el modelo de la entrega de sí mismo.

“Este es tu cuerpo, y lo tomo para mi” es la dinámica central del atractivo del pecado. Ese modelo describe acertadamente el aborto. La esclavitud se describe acertadamente por ese modelo. La pornografía y cada forma de lujuria se describen acertadamente por ese modelo.

Al decir estas cosas, no tengo interés en ser un “guerrero de la cultura”. Mi interés es únicamente ser un pastor de almas. Como pastor de almas quiero decirles esto: Existe un modelo de vida cristiana, es posible desviarse de ese modelo y las consecuencias de ese desvío son graves — y aún eternas.

Como pastor de almas, también quiero animarte a utilizar esos dos modelos para evaluar nuestras palabras y obras diariamente. Todo el día, todos los días, somos atraídos en la dirección de esos dos modelos: «Este es mi cuerpo que entregado por ustedes» o «este es tu cuerpo, y lo tomo para mí». Todo el día, todos los días, cada pareja casada es atraída en esas dos direcciones. Todo el día, todos los días, cada sacerdote es atraído en esas dos direcciones. Todo el día, todos los días, cada uno de nosotros es atraído en estas dos direcciones a medida que llevamos a cabo nuestro trabajo y relaciones.

Ya que vivimos en un mundo caído, “este es tu cuerpo y lo tomo para mi” es más fácil de elegir — al principio requiere menos energía. Sin embargo, ese modelo es contrario a quien es Dios, y contrario a lo que somos como criaturas hechas a la imagen y semejanza de Dios. Es por esto por lo que todo comienza a derrumbarse cuando seguimos ese modelo.

Por causa de nuestra naturaleza caída, “este es mi cuerpo que he entregado por ustedes” es más difícil de elegir - al principio requiere más energía. Dios se revela a Sí mismo en la Eucaristía y en la Cruz, y esa es la imagen que llevamos de Dios. Por lo tanto, ese modelo es también más satisfactorio: Es verdad que requiere más energía al escogerlo, pero también nos recompensa con más energía.

“Ellos me han abandonado, a la fuente de agua viva; se han excavado a sí mismos cisternas, cisternas rotas, que no retienen el agua”. Ese fue el lamento de Dios, expresado a través de Jeremías hace 2,600 años. Cuando hacemos de “este es mi cuerpo que he entregado por ustedes” el modelo de nuestras vidas, escogemos vivir cerca de la fuente de agua viva, y nuestra vida se vuelve un regalo para los demás. Cuando hacemos de “este es tu cuerpo y lo tomo para mi” el modelo de nuestras vidas, excavamos cisternas rotas que no retienen el agua, y formamos una cultura de egoísmo.

Aprendamos de la historia de la salvación y de nuestra propia experiencia. Hagamos la vida de Jesús nuestro modelo de vida: “Este es mi cuerpo, que he entregado por ustedes.”

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