Ya pasó el Super Bowl. Los Juegos Olímpicos finalizarán el 20 de febrero. Muchos de nosotros nos preguntamos: ¿Cuál es el próximo evento que esperamos?

En este momento, ¿puedo sugerirles que presionemos el botón de pausa? En nuestra cultura, hemos desarrollado una tendencia, y aun una necesidad, de ir de una celebración a la siguiente. Encontramos el tiempo ordinario aburrido, así que nos mantenemos corriendo de una celebración a otra para superar el aburrimiento. Esa carrera nos desgasta — nos lleva a la ‘fatiga de la celebración’. Sin embargo, no sabemos qué hacer. ¿Cómo detenemos ese carrusel?

Permítanme sugerirles que el remedio para eso es encontrar el significado de lo ordinario. Además, de forma interesante, estamos entrando en la última semana del Tiempo Ordinario antes de la Cuaresma. Una vez que lleguemos al Miércoles de Ceniza la próxima semana (el 2 de Marzo), ¡no volveremos a ver el Tiempo Ordinario hasta el 6 de Junio! Sería bueno tomar esta semana para practicar el arte y la disciplina de encontrar significado en lo ordinario. ¿Cómo podemos hacer esto?

Los documentos de la Iglesia sobre la formación sacerdotal hablan acerca de formar seminaristas para que se conviertan en hombres unidos íntima e incesantemente con la Trinidad. ¡Esa es actualmente una excelente meta para todos nosotros! Y, de hecho, los seminaristas son formados en este hábito de manera que puedan transformarse en sacerdotes que puedan enseñar a cada uno como lograrlo.

Al construir sobre esta idea, el Catecismo de la Iglesia Católica dice que: “La vida de oración es el hábito de estar en la presencia de Dios y en comunión con Él”. Fíjense en la palabra “hábito”. ¿Cómo experimentan ustedes los momentos en los que está en la presencia de Dios? Y, ¿qué podríamos hacer para que esta experiencia ocasional se vuelva un hábito regular? — un patrón que se forma cada día no menos que el hábito de tomar café. Si podemos conseguir ese hábito, entonces lo ordinario no será aburrido y no tendremos necesidad de escapar. Si podemos lograr ese hábito, veremos cómo lo ordinario se llena con la presencia de Dios.

La tradición espiritual Católica habla del “sacramento del momento presente” o de la “practica de la presencia de Dios” ¿Qué significa eso exactamente? El Padre Jacques Philippe, escritor espiritual, lo aclara cuando dice: “Dios está presente en Su creación, y podemos contemplarlo en ella. Él está presente en la Eucaristía, y podemos adorarlo allí; está presente en la Palabra, y podemos encontrar a Dios meditando sobre las Escrituras… Sin embargo, hay otra manera en la cual la presencia de Dios es de mayor importancia para la vida de oración. La presencia de Dios en nuestro corazón”

Siguiendo esta tradición, hay algunas personas que siempre hacen lo mismo: ponen atención a la presencia de Dios en cualquier cosa que hacen. En la oración contemplativa, al preparar el desayuno, al leer un libro, al lavar los platos, al conducir a algún sitio, al pagar las cuentas. Ellos ponen su atención en la presencia de Dios en medio de cualquier situación que tienen al frente, y entonces lo ordinario se enriquece.

Cuando aprendemos que no necesitamos correr de una celebración a otra porque lo ordinario no es aburrido — lo ordinario se transforma en un lugar donde encontramos a Dios. Cuando lo encontramos, allí podemos renovarnos. Así, cuando renovamos lo ordinario en nuestras vidas nos volvemos menos frenéticos y nuestras celebraciones son más libres.

De esta manera, en esta última semana del Tiempo Ordinario apoyémonos en lo ordinario, y trabajemos para encontrar al Señor en medio de ello.