¿Cómo pelean los ángeles?

Esta semana celebramos la fiesta de los Arcángeles (el 29 de septiembre) y la fiesta de los Ángeles Guardianes (el 2 de octubre). Las lecturas del Libro de la Revelación dicen: “La guerra comenzó en el cielo; Miguel y sus ángeles batallaron contra el dragón. El dragón y sus ángeles pelearon con ellos, pero no prevalecieron” (Revelación 12:7-8).

Muy a menudo, representamos a Miguel vestido con armadura, sosteniendo una espada. Y eso es bueno en ese sentido: ¡hay una batalla que pelear!

Sin embargo, a medida que madura nuestro entendimiento de la fe, tenemos que confrontar este hecho: los ángeles son espíritus puros. Así que necesitamos pensar a través de la pregunta: ¿cómo pelean los ángeles si son espíritus puros? — ¿cuál es la naturaleza de una batalla espiritual?

Probablemente no podemos entender completamente lo que significa la palabra espiritual para los ángeles. Sin embargo — ya que nuestra naturaleza es parcialmente espiritual — podemos tener una ventana a la pregunta a través de nuestra propia experiencia.

Así, por ejemplo, cuando alguien gana un argumento, no es una victoria física sino espiritual. Cuando alguien traiciona nuestra confianza, no es una perdida física sino espiritual. Cuando tratamos de animar a alguien que está en dificultades, o tratamos de llevar una persona al arrepentimiento, esas no son batallas físicas sino espirituales.

Al principio de las lecturas de esta semana, los discípulos quieren conocer quién es el “más grande” entre ellos. Al final de la semana, los discípulos le preguntan a Jesús quien es el “más grande” en el reino de los cielos. En ambos casos, Jesús presenta a un niño como modelo de grandeza. Él les dice, en efecto, que su noción de grandeza necesita conversión. Ellos estaban pensando sobre la grandeza en términos mundanos; ellos necesitaban pensar en términos espirituales. Y en términos espirituales, la humildad y la confianza son la clave de la grandeza.

De forma similar, nuestras nociones de “batalla” y “victoria” tienden a estar enraizadas en términos mundanos. Nosotros pensamos en guerra, deportes, video juegos y la bolsa de valores, pero en la vida de la fe, estas nociones necesitan sufrir una conversión espiritual. Es por esto por lo que puede ser útil pensar lo que significa luchar para los ángeles: ayuda a pensar acerca de lo que significa para nosotros comprometernos en la batalla espiritual, y reflexionar sobre algunas de nuestras batallas espirituales claves de la actualidad.

Podemos hacer una pregunta para impresionar a la gente, o porque estamos genuinamente interesados. La realidad externa es la misma, pero la realidad interna es diferente. Esa es una batalla espiritual.

Podemos hacer una obra de servicio con el deseo de ser elogiados, o simplemente por amor. La obra externa de servicio es la misma, pero la realidad interna es diferente. Esa es una batalla espiritual.

En la rutina de la vida familiar, las parejas pueden menospreciarse el uno al otro, o fomentar la admiración y el respeto hacia los dones de cada uno. Nos podemos aproximar a nuestros logros con espíritu de orgullo o con espíritu de humildad. Podemos escuchar a nuestros niños y amigos superficial o profundamente. Los entrenadores, profesores y padres pueden ofrecer orientación de una manera dominante o de una manera paciente. En cada caso las realidades externas son las mismas, pero las realidades internas son diferentes. En cada caso, hay una batalla espiritual.

Una de las batallas espirituales clave en estos días se refiere a un sentimiento creciente y generalizado de ansiedad y temor que conduce a un deseo de control. Cuando caemos en eso, no importa lo que hagamos, nuestras acciones ayudan al espíritu de ansiedad y temor a dominar al mundo con más fuerza. Luchamos para promover un sentido de confianza que nos permita entregar nuestras situaciones a Dios. Es importante para nosotros darnos cuenta de lo que está pasando allí, de que estamos enfrentados a una batalla espiritual. Cuando nos damos cuenta de eso, tenemos más probabilidad para pelear bien la batalla — para permitir crecer el espíritu de confianza y entrega, en lugar del espíritu de ansiedad y control.

Invoquemos a los santos ángeles de Dios, pidiéndoles intervenir por nosotros en nuestras batallas espirituales, y pedirles que nos enseñen a pelear bien nuestras batallas espirituales.