Las lecturas de esta semana nos dan una idea de cómo Dios elimina capa por capa la incredulidad de Su pueblo con la finalidad de liberarlos.

Por ejemplo, durante el Éxodo, cuando fueron perseguidos por el ejército de Egipto, los israelitas se quejaron con Moisés: ¿Por qué nos sacaste de Egipto? …Es mucho mejor para nosotros ser esclavos de los egipcios que morir en el desierto” Ellos no creían que Dios podría protegerlos, y por eso preferían la esclavitud a la libertad. Dios tenía que exponer y sanar esta capa de incredulidad para poder liberarlos.

Entonces, después de ser salvados del ejército de Egipto, se quejaron de la comida: Ojalá hubiéramos muerto de la mano del Señor en Egipto, mientras nos sentábamos junto a nuestras ollas de carne y comíamos hasta saciarnos de pan. Nuevamente, no creían que Dios cuidaría de ellos. La incredulidad les hizo preferir la esclavitud a la libertad. Una vez más, Dios tuvo que descubrir y sanar una capa de incredulidad para liberarlos.

Como alguien comentó, sacar a Israel fuera de Egipto fue relativamente fácil, pero sacar a Egipto fuera de Israel fue más difícil y tomó más tiempo. Lo primero fue el proceso de mudarse de un sitio a otro para eliminar una esclavitud externa. Lo segundo fue un proceso interior de conversión, de sanar capa por capa la incredulidad que los llevó a una esclavitud interna.

Eso me hace pensar acerca de las capas de incredulidad y de falta de libertad en nuestras propias vidas. ¡De alguna manera no somos tan diferentes a la antigua Israel! Permítanme darles un ejemplo.

La Eucaristía y la cruz están en el corazón de nuestra fe. Podemos resumirlo en las palabras de Jesús: “Este es mi cuerpo, entregado por ustedes”. Somos más libres cuando eso se convierte en el patrón de nuestras vidas.

Por el contrario, la pornografía está en el corazón de nuestra cultura, y se presenta y se defiende como un asunto de libertad. La pornografía, sin embargo, es emblemática del mal en ese sentido: toma la verdad acerca del cuerpo, la belleza del cuerpo y la bondad de la sexualidad, y las retuerce en la foto negativa exacta de la Eucaristía y la cruz. Esa inscripción dice: “Este es tu cuerpo, el cual se toma para mi uso”. Lo que podemos deducir tecnológicamente también lo podemos verificar culturalmente: la falsedad de la pornografía conduce a una especie de esclavitud. Sin embargo, gran parte de nuestra cultura prefiere esa esclavitud a la libertad.

Podemos pensar de otros ejemplos en nuestras propias vidas y en nuestra cultura que se caracterizan por capas de incredulidad, pensar en cómo estas capas de incredulidad nos roban la libertad, en como nosotros al igual que Israel algunas veces preferimos la esclavitud, y en cómo necesitamos a Dios para exponer y sanar nuestra incredulidad para liberarnos. ¿Es posible tal curación?

Esta semana, en la fiesta de Santa María Magdalena (el 22 de Julio) escucharemos que San Pablo nos dice: “Cualquiera que está en Cristo es una nueva creación”. ¡Pablo mismo sabía lo que eso significaba! Su conversión no borró sus pecados pasados, ¡pero él se convirtió en una nueva creación en Cristo! De la misma manera, la conversión de María Magdalena no borró su pasado pecador, sino que la transformó en una nueva creación en Cristo. Esa clase de curación es posible para nosotros y también para nuestra cultura.

Solo una vida que es profundamente consistente con la Eucaristía y la cruz es una vida realmente libre. Cooperemos con Dios mientras el expone capa tras capa de incredulidad en nuestras propias vidas y en nuestra cultura, nos impulsa más profundamente al patrón de la Eucaristía y la cruz, y nos libera.