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SIRVAN AL SEÑOR CON ALEGRÍA | La revelación de Dios nunca nos cansa

Conocemos la historia de la Semana Santa, pero debemos apreciar como llegamos allí

Queridos Hermanos y Hermanas en Cristo,

¿Tienen una película o un libro favorito del que conocen el final, pero nunca se cansan de volver a ver como se llegó hasta allí?

Las lecturas que nos llevan a las Semana Santa son así. Nosotros sabemos, al acercarnos a la Semana Santa, lo que está por venir ­— nosotros vamos directamente hacia a la cruz. Y sabemos, finalmente, como va a resultar — la Resurrección tiene la última palabra. Sin embargo, hay una lección importante en el patrón del Antiguo Testamento acerca de cómo supuestamente debería suceder. Dios nos revela algo precisamente al desviarse de ese patrón. Aun así, no nos deberíamos cansar de volver a ver ese giro en la trama.

En esta última semana antes de la Semana Santa, escucharemos la historia de Susana del Libro de Daniel. Susana es atrapada por dos ancianos malvados. Aunque es inocente, es amenazada con la muerte por obedecer la ley de Dios. En peligro mortal, ella clama la intervención de Dios. Y, ya que ella es inocente, Dios escucha su ruego. El levanta a Daniel, quien descubre la falsedad de los acusadores. Susana se salva de la muerte.

También escucharemos la historia de Sidrac, Misac y Abdénago. Ellos eran fieles a Dios y porque se rehusaron a adorar a los falsos dioses de Babilonia, fueron lanzados al horno ardiente. En peligro mortal, ellos claman la intervención de Dios. Y, porque son inocentes, Dios escucha sus ruegos. Les envía un ángel para protegerlos, y fueron salvados de la muerte.

Finalmente, escucharemos del profeta Jeremías quien transmitió devotamente el mensaje de Dios a la gente, quienes, por causa de su maldad, no quisieron oírlo. Ellos conspiraron contra Jeremías, quien, por su parte, clama a Dios — y Dios lo protege.

Junto con estas lecturas del Antiguo Testamento, la tensión sigue en aumento en los Evangelios de toda la semana. La oposición a Jesús está tomando fuerza y endureciéndose. En el Evangelio que cierra la semana, el sumo sacerdote profetiza la muerte de Jesús, y los líderes traman su muerte. Se avecina la muerte del Inocente.

De acuerdo con el patrón que hemos oído toda la semana, tenemos una expectativa. “¡Ah, sabemos cómo va a terminar esto! El Inocente clama a Dios. Entonces Dios entra en escena para salvarlo”. Sin embargo, esta vez, el patrón sufre un nuevo y sorprendente giro, ¡y la profundidad del amor de Dios se revela precisamente en ese giro!

Jesús es inocente. Él estaba amenazado de muerte. En el Huerto de Getsemaní, Él clama al Padre, pero en lugar de preservar Su vida de la muerte en la cruz, el Padre preserva Su vida a través de la cruz. Y en lugar de salvar al inocente de la muerte, salva a los culpables, que somos nosotros.

Es una operación de rescate divino — justamente como en las historias del Antiguo Testamento, pero lo hace en una forma totalmente nueva. Dios no solamente salva al inocente. Dios revela precisamente su amor al tomar acciones para salvar a los culpables.

Este giro en la trama es similar a lo que sucede en la Anunciación, que celebramos el 25 de marzo. En el Antiguo Testamento, Israel tenía unas expectativas basadas en su historia: El salvador del pueblo sería grande y poderoso, un rey y un conquistador militar. Sin embargo, en la Encarnación vemos un giro nuevo y sorprendente: Dios - ¡quien ciertamente es grande y poderoso! — viene en humildad a conquistar la muerte y salvar a Su pueblo.

Muy a menudo, Dios precisamente revela la profundidad de Su amor por nosotros al poner un nuevo giro a un viejo tema. Así, en lugar de apresurarnos hacia la Pascua, permitámonos disfrutar estos días. Justamente como lo hacemos con un libro o una película favorita, no nos apresuremos adelantándonos al final. En su lugar, notemos y apreciemos como el Autor Divino nos lleva allí — porque Su forma de hacerlo es una revelación de Su amor, y nunca deberíamos cansarnos de volver a revisar eso.

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SIRVAN AL SEOR CON ALEGRA 6291

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