“Por allá pasa un río.”
Así dice el pequeño
Diamond, el personaje principal en el libro clásico de George MacDonald
“Más allá del Viento del Norte”. Diamond visitó el cielo en sus sueños.
Cuando un viejo amigo y tutor le pregunta: “¿Qué pasa allá?” él le da
una respuesta enigmática: “Por allá pasa un río”.
El pensamiento
de MacDonald y su escritura tienen una tremenda influencia para C.S.
Lewis. Lewis no solo publicó un libro de reflexiones y citas de
MacDonald, su colega aparece como el principal guía en el libro de Lewis
“El Gran Divorcio”. Una de las características comunes en los escritos
de MacDonald y Lewis, es la capacidad de traducir la visión bíblica del
mundo a la ficción que alimenta y forma la imaginación cristiana. Y eso
pasa con el río que fluye en el cielo que visita Diamond: Es una rica
imagen de la gracia de Dios.
Menciono esto por dos razones — y no
solo para recomendar el libro de MacDonald. La primera es la visión del
Profeta Ezequiel, que leemos el martes. Ezequiel ve el agua que fluye
fuera del templo del Señor. El templo es la anticipación del cuerpo de
Cristo, y el agua que fluye de su lado derecho - el lado donde Cristo
fue pinchado en la cruz y del cual fluyó agua y sangre — es un símbolo
de su gracia y sus efectos sobre el mundo. Ezequiel atraviesa el cauce
cada vez más profundo — a la altura del tobillo, a la altura de la
rodilla, a la altura de la cintura — hasta que se transforma en un río.
El río convierte el agua salada en agua fresca, y alimenta los árboles
que producen nuevas frutas cada mes y cuyas hojas sirven de medicina. La
visión es un símbolo de lo que le sucederá al pueblo de Dios — y a cada
uno de nosotros- si permitimos que la gracia fluya en nuestras vidas.
La
segunda es la curación del paralítico en el estanque de Betesda — el
tercer signo que Jesús realiza en el evangelio de Juan — el cual también
leemos el martes. Ocasionalmente el agua en el estanque tenía una
turbulencia inesperada. La idea era que estaba siendo agitada por un
ángel. La primera persona en entrar en el agua después de esto sería
curada.
Este hombre en particular había estado enfermo 38 años,
pero cada vez que el agua se agitaba alguien entraba a ella primero que
él. Entonces llegó Jesús y lo curó instantáneamente. El mensaje es
claro: Jesús en sí mismo es la fuente del agua viva y curativa. Él le
dijo esto a la mujer samaritana en el evangelio según San Juan, capítulo
4. Ahora Él se lo demuestra al hombre paralítico — y a todos nosotros —
en el evangelio según San Juan, capítulo 5.
La lectura del
Antiguo Testamento del lunes nos dice que Dios está haciendo algo nuevo.
Los evangelios para el lunes y el martes muestran que Jesús mismo es lo
nuevo que Dios está haciendo. Sin embargo, las lecturas para el lunes y
el martes nos muestran diferentes formas en las cuales la gente niega y
rechaza la gracia de Dios. Ellos se salen del río, por así decirlo, o
tratan de detenerlo. La advertencia es clara: Cada uno de nosotros es
capaz de hacer eso mismo. La gracia de Dios se nos ofrece
constantemente. Podemos aceptarla o rechazarla.
Las lecturas de
esta semana plantean una pregunta para cada uno de nosotros. ¿Podemos
decir de nuestras vidas lo que Diamond dijo de sus visitas al cielo:
“Por allí pasa un río”? ¿Cómo dejaremos que el río de la gracia de
Cristo fluya en nuestras vidas esta semana y se transforme en una fuente
de curación para nosotros mismos y para los demás?