Esas son las tres palabras clave de las lecturas de esta semana. Ellas también guían nuestra aproximación a la Semana Santa y nuestra vida espiritual.

“Aquí está mi siervo a quien sostengo.” Estas palabras del profeta Isaías originalmente señalan tanto a israel como a un misterioso siervo que sufre. Finalmente, nos está señalando a Jesucristo, el siervo encarnado que soportó ese sufrimiento. “Aquí”. Las realidades de la fe no son solo ideas - se concretan en la vida de Jesucristo y en nuestras propias vidas.

“Ahora es glorificado el Hijo del Hombre.” Estas son las primeras palabras que Jesús dice cuando Judas se va para traicionarlo. “Ahora”, este es el momento que hemos estado esperando. Quizás, como sucede con la cruz, no lo vemos de la manera en la que esperábamos que se viera. Tal vez, pensamos que los grandes eventos solo sucedieron en el pasado, o sucederán en algún momento futuro. Sin embargo, Dios se encuentra con nosotros aquí y ahora - en la cruz de Jesucristo y en nuestras propias vidas.

“Este mes estará a la cabeza de su calendario…Este día será una fiesta conmemorativa para ustedes.” Esto se les dijo a los israelitas acerca de la Pascua, “Este es mi cuerpo que será entregado… Este es el cáliz de mi sangre, sangre de la nueva alianza …. … Hagan esto en memoria mía”. Es lo que Jesús nos dice acerca de la Eucaristía, “Este”. Las realidades de la fe no son generales y abstractas, sino concretas y particulares: este pan, este cuerpo, esta persona que tengo al frente, este deber diario.

Parte de la razón por la que estas palabras se destacan en las lecturas, es porque son las palabras clave de nuestra vida espiritual. Ellas señalan lo que la tradición espiritual católica llama “el sacramento del momento presente”. Jean Pierre de Caussade, en su libro de ese mismo nombre, nos ayuda a darnos cuenta de que Dios se ofrece a sí mismo no solo de forma general, no solamente en los grandes momentos y no solamente en algunos cumplimientos futuros, sino primero y principal en los detalles concretos de nuestra vida cotidiana: aquí, ahora y este.

Durante la Semana Santa escucharemos como María reconoció y aprovechó el momento, ungió los pies de Jesús en una gran anticipación simbólica de su sepelio. Oiremos como Jesús “sabía que su hora había llegado” y aprovechó el momento, instituyendo la Eucaristía como el gran sacramento de su amor.

Jesús no dejó pasar los momentos de la Semana Santa, saltándoselos para llegar a la Resurrección. El permitió que cada momento fuera lo que era, y aprovechó la oportunidad en ese momento. ¿Haremos nosotros lo mismo con cada momento de la Semana Santa, o nos perderemos la oportunidad que se nos ofrece en esos momentos porque en nuestros corazones nos los saltamos para llegar a la Pascua?

La misma pregunta se aplica a cada día de nuestras vidas: ¿Tomaremos cada momento por lo que es, y aprovecharemos la oportunidad que Dios nos da en ese momento, o nos perderemos un precioso don porque nos apresuramos a otra cosa?

Aquí. Ahora. Este. Estas palabras pueden guiarnos en la Semana Santa, y capacitarnos para una vida cotidiana de fe.